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La Trampa Ana Mª Matute

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              Hoy me voy a ocupar de la tercera y última parte de Los Mercaderes . Es la más compleja de las tres, a pesar de que, como las dos anteriores, el hilo conductor es muy simple. Una guerra que comienza y la vida de los isleños. Una guerra que termina y las confidencias de dos personas que navegan clandestinamente a la península. No comprendo por qué esta novela no ha obtenido ningún premio, pues, en mi opinión, lo merece ampliamente. Esta vez estamos en la mitad o finales de los años sesenta. El tiempo ha pasado y los personajes que encontramos por primera vez en Primera Memoria son adultos, los sirvientes de la abuela son mayores, y la abuela misma tiene noventa y nueve años. Encontramos a Matia, Borja, la abuela, tía Emilia, pero también conocemos a personajes nuevos. Isa, Mario, Bear, Franc y otros que, en realidad, son casi secundarios. Franc es el padre de Matia. Bear es el hijo de veinte años de Matia. Mario es el profesor convertido en amigo de Bear, mucho mayor que

Los soldados lloran de noche ( Ana Mª Matute)

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  En Primera Memoria asistimos al inicio de la guerra que había comenzado en 1936; la seguimos a través de una familia en una isla y de su entorno social y geográfico. La novela termina con el internamiento de Manuel, de 16 años, en un reformatorio. En la segunda parte, Manuel tiene casi 19 años y acaba de salir del reformatorio, la guerra está ganada y a punto de terminar.             El abad del convento intenta convencer a Manuel para que acepte la herencia de Jorge de Son mayor, recientemente fallecido declarándole su heredero; la condición impuesta es la de asistir su funeral. La única intención de Manuel es el de regresar con su madre y sus hermanos pequeños, vivir con ellos y ayudarlos en todo lo posible porque, para él, su único padre real siempre fue José Taronjil. Sin embargo, termina por aceptar la herencia, asiste al funeral y permite al viejo sirviente que continúe viviendo en la casa de Jorge de Son Major, mientras él regresa con su madre y sus hermanos a la casa humil

Los Mercaderes, de Ana María Matute

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PRIMERA MEMORIA Primera parte                    Ana María Matute pertenece a la generación de escritores de los años cincuenta y sesenta, si bien su obra fue prolífica hasta entrados los años 2000.             Durante estas dos décadas, se movió entre el realismo y la renovación narrativa de aquella época. La literatura de la posguerra y del realismo tremendista causó un gran impacto, marcada por las consecuencias de la guerra civil y, a pesar de que no se hablase siempre de ella, estaba presente en la creación de los personajes, sus vidas y la sociedad en la que vivían.              Ana María Matute le gustaba trabajar con trilogías, y es por esta razón por la que hoy quiero iniciar la presentación de una trilogía que está considerada como la mejor producción de esta autora. Se trata de la que lleva por nombre los mercaderes , compuesta por: Primera memoria (Premio Nadal 1959), Los soldados lloran de noche (premio Fastenrath de la Real Academia Española 1962) y La trampa (1969)

CECILIA - GLORIA

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  La fascinación que había sentido hizo que los folios deslizasen de sus manos; a continuación sintió tal desconcierto y sobrecogimiento, que creyó marearse, como si el suelo desapareciera bajo sus pies.                 Estas sensaciones venían dadas por la lectura de una simple historia, un cuento de Emilia Pardo Bazán titulado “Aire”; en él la escritora hablaba de una “loca” interna en un manicomio, pero no era una loca agresiva ni peligrosa, sino una de esas “locas de agua mansa, sin arrebatos, sonrientes, dulces, apacibles en apariencia, presas de “locuras del aire” como lo había sido la Ofelia de Hamlet.                 La  pobre chica se había convencido de que no era nadie, solamente aire, sin ni siquiera poseer un cuerpo. Llegó a esta convicción porque su novio la apremiaba para que le entregara lo que ella defendía con tesón, su pureza, su honra. Su acérrima defensa provocó en él una reacción de sumo desprecio, por lo que le dijo que no era nadie, que era más fría que el a

Figuras Ocultas

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Hace unos años tuve la ocasión de ver una película que me produjo una enorme estupefacción, pues en ella descubrí la existencia que unas mujeres negras de las que ignoraba absolutamente todo y a las que se conocía como “las computadoras humanas”. Por otro lado, hace pocos meses descubrí un libro que me atrajo poderosamente pues la caratula de su portada y el título me llevaron inmediatamente a la película. Este libro escrito por Margot Lee Shetterly no es una novela como yo suponía, sino la historia documentada de la época, el lugar y las protagonistas de los acontecimientos. La autora, que nació y estudió en los mismos lugares que nuestras protagonistas, nos aporta una historia exquisitamente documentada. A través de su escritura viajamos por el mundo de la segregación de Estados Unidos en la que los negros y los blancos parecían tener vidas paralelas sin permitir que se tocaran en ningún momento, excepto para que los negros sirvieran a los blancos. Sorprende saber

FALLECIMIENTO DE MAMÁ

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MAMÁ En los años ochenta había una canción que decía: ”cuando un amigo se va, algo se muere en el alma. Todavía no he oído ninguna canción que diga que cuando los padres se van, el alma se muere. Seguramente más tarde renacerá, pero amputada de una gran parte que correspondía a los que te enseñaron a caminar y a mirar a la vida y al futuro. Esa carencia de alma impide que se reconozca la falta de los seres queridos sin los que no hubieras podido existir. Esa misma carencia te impide reconocer que ya no están y te priva del mejor aplacamiento, el menor consuelo y el mejor aliento que trae el llanto. Como el llanto no aparece, tus días pasan como si de un sonámbulo se tratara porque esperas el regreso de los que ya no volverán. Y un día crees verlos despedirse de ti y entonces comienzas a aceptar que el viajero se fue para siempre, que se fue físicamente, pero que siempre permanecerán en tu corazón y creerás verlos en los momentos en que deberás tomar decisiones o

SINFONÍA DEL NUEVO MUNDO

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            El título de esta novela es muy sugerente, como si quisiera tomarnos de la mano para conducirnos a lugares lejanos, hermosos y exóticos donde no existe nada más que la bonanza y la felicidad, como en la canción de Nino Bravo en la que nos aseguraba que América era un nuevo Edén, el jardín deseado en el que el dolor, el esfuerzo y el sufrimiento brillan por su ausencia. Quizá esa fuera la intención de Devorak al componer su “Sinfonía del Nuevo Mundo”. Sea como fuere, voy a explicar lo que la novela me sugiere en su conjunto.             Me imagino en un museo delante de un tríptico costumbrista y entre los dos, un experto que explica cada uno de los cuadros. Este experto que no es otro que el narrador aparece debido a su omnipresencia a lo largo de las tres partes que componen el todo. Así pues imagino una novela contada, hablada y explicada por este narrador que se permite completar la imagen con pinceladas que intensifica o debilita a su antojo.