Los soldados lloran de noche ( Ana Mª Matute)

 


En Primera Memoria asistimos al inicio de la guerra que había comenzado en 1936; la seguimos a través de una familia en una isla y de su entorno social y geográfico. La novela termina con el internamiento de Manuel, de 16 años, en un reformatorio. En la segunda parte, Manuel tiene casi 19 años y acaba de salir del reformatorio, la guerra está ganada y a punto de terminar.

            El abad del convento intenta convencer a Manuel para que acepte la herencia de Jorge de Son mayor, recientemente fallecido declarándole su heredero; la condición impuesta es la de asistir su funeral. La única intención de Manuel es el de regresar con su madre y sus hermanos pequeños, vivir con ellos y ayudarlos en todo lo posible porque, para él, su único padre real siempre fue José Taronjil. Sin embargo, termina por aceptar la herencia, asiste al funeral y permite al viejo sirviente que continúe viviendo en la casa de Jorge de Son Major, mientras él regresa con su madre y sus hermanos a la casa humilde donde siempre han vivido.

            A continuación viaja al interior de la isla para ver a la mujer de Jeza y decirle que ya no debe esperarle más, que ha muerto, le han ejecutado. Los dos regresan a la costa y Manuel permite a Marta que viva también en la casa de Jorge de Son Major. Poco después los dos viajan en la barca del difunto, llamada Antínea, hasta la costa catalana donde, después de ser detenidos, se entrevistan con Esteban Martín y quedan en libertad.

            Esta novela gira alrededor de la figura de Alejandro Zarco, al que todos llamaban Jeza. Este personaje, se convierte en una alegoría de lo que es cada persona; es el motor que los lleva a desarrollarse, a cuestionarse, a desenvolverse y a madurar. La vida de cada personaje evoluciona ante nosotros de la misma forma en que evolucionamos nosotros, los lectores, en nuestras vidas. A veces pensamos en nuestras acciones presentes, otras recordamos el pasado y, quizá, la influencia que tuvo en el presente; otras veces divagamos sobre el futuro. Esta forma de hablarnos a nosotros mismos se desarrolla espontáneamente, sin que existan referentes temporales ni espaciales. No necesitamos explicar nada de ello, puesto que cada uno de nosotros conocemos el momento en el que sucede cada cosa.

            Existen momentos en que nos mostramos indiferentes a lo que ocurre a nuestro alrededor, e incluso a lo que nos ocurre a nosotros mismos, quizá porque ya hemos asimilado los acontecimientos y los hemos aceptado. Es entonces cuando no nos importa relatar nuestra vida, la infancia, el presente, y menos el futuro que no existe cuando hablamos. Todos los personajes han conocido una infancia o juventud difíciles, incluso dramáticas, todo es obvio, dados los tiempos difíciles que viven, anteriores y contemporáneos a la guerra de la que no se habla, pero que sabemos que está a punto de terminar.

            Manuel, que es apenas un adolescente; Marta que es mayor que él. Los dos deciden abandonar la isla y viajar clandestinamente a la península; están investidos por una misión, deben entregar documentos, quizá aclaratorios, explicativos. Sin embargo, no aceptan la huida como única salida, como única solución; declinan la invitación de Esteban Martín para irse con él y ponerse a salvo en su coche, en el que aún quedan sitios libres. Manuel y Marta prefieren quedarse y seguir la misma suerte que la tierra que ha sido ocupada y vencida, incluso morir con ella.

            Aun así, no todo está perdido. Marta ha dejado a su hijo en la isla, un hijo al que cuidarán, al que vigilarán para que no le falte nada. Un hijo que pudiera ser la nueva esperanza de futuro. También han quedado los hermanos pequeños de Manuel. En una tierra y una época marcada por la guerra, se necesita construir el futuro. Los lectores sabemos a posteriori cómo será el futuro, puesto que ya es nuestro pasado; será duro, sometido, luchador, clandestino, de fracaso y de triunfo. Son nuevos tiempos con nuevas y antiguas posibilidades.

            La lectura de estas dos novelas de la trilogía puede ser consecutiva o independiente la una de la otra, puesto que no altera la comprensión de ninguna de las dos. Son universos completos que se nos ofrecen en la totalidad de lo que son. Sin embargo, la lectura consecutiva de las dos, incita a la lectura de la tercera parte, al cierre del espacio iniciado al principio de la guerra en una isla.


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