El primer hombre, Albert Camus

 

Albert Camus, el escritor que marcó el siglo XX con sus obras sobre el absurdo, la rebelión y el amor, su amistad con los intelectuales más brillantes de la primera mitad del siglo XX, la Resistencia contra la ocupación nazi, su negación al apoyo de la guerra de independencia de Argelia, la disputa que le enemistó con Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir y la intelectualidad parisina y francesa. A pesar de todo, una de las mentes más clarividentes del siglo que casi se convirtió en mito con su muerte repentina en plena madurez creativa.

            Acababa de comenzar la primera parte de su tercera fase creativa basada en el amor. No llegó a terminar el libro y sus páginas de apuntes fueron encontradas en el lugar del accidente, posteriormente convertidas en el libro titulado “El primer hombre”. Aunque no deja de ser un proyecto inconcluso con anotaciones, correcciones y contradicciones que debían ser incluidas en la versión final; algunas contradicciones son, por ejemplo, su hermano que a veces se llama Henri y otras, Louis. O el nombre de su tío materno que, a veces se llama Étienne y otras, Ernest.

            El primer hombre consta de dos partes. La primera es una actualización de su vida contemporánea que comienza, primero con la visita a la tumba de su padre en Bretaña, y  después en Argel durante una visita a su madre cuando parece que ya han comenzado las revueltas contra el colonialismo. La segunda parte trata principalmente de la infancia de Jacques, alter ego de Albert Camus.

            La narración se inicia con la escenificación truculenta del nacimiento de Jacques en el más puro escenario de los westerns estadounidenses. Es una narración sencilla y fluida llena de preciosas descripciones, por ejemplo, de su madre antes de dar a luz:” La mujer tenía una cara suave y regular, pelo de española bien ondulado y negro, la nariz pequeña, una bella y cálida mirada de color castaño (…). Con la palma de la mano estropeada ya por el trabajo y un poco nudosa en las articulaciones (…)”. Descripción que contrasta con otra treinta años después:” Cormery miraba a su madre, con una blusita gris animada por un cuello blanco con la espalda un poco curvada por la edad ( …), las manos juntas y un pañuelito que a veces apretaba con sus dedos entumecidos (…). Era la misma de treinta años atrás, y bajo las arrugas seguía encontrado la misma cara milagrosamente joven (…). El cuello mismo, que tan pronto se arruina, conservaba su forma, a pesar de los tendones nudosos y el mentón un poco flojo”.

            Siendo la madre sorda y con serios problemas de comunicación, nos encontramos a un niño ofuscado con la idea de que su madre no le quiere hasta que, después de un pequeño detalle, se vuelve loco de alegría al comprender que sí le quiere. Este niño es capaz de expresar toda la ternura que le rodea a través de algunos personajes, como el maestro que le prepara al concurso de becas, o su tío materno también con dificultades de comunicación. Pero también expresa la dureza de educación de su abuela materna.

            El universo de Jacques conoce un antes y un después de su ingreso en el Lycée donde estudiará la enseñanza secundaria, pues entre sus nuevos compañeros acomodados social y económicamente, tomará conciencia de su pobreza. Anteriormente su posición social le parecía normal porque todos su amigos y vecinos vivían en el mismo barrio y sumidos en la misma pobreza.

            Jacques ama profundamente Argel, sus calles, sus barrios, sus juegos con sus amigos, el sol, el mar. Pero detesta igual de profundamente las siestas que su abuela le obliga a dormir. Sufre mucho con la dureza de su abuela y aun así comprende y se enternece con las razones que la empujan a realizar ciertas acciones.

            En este libro inconcluso Camus expresa una ternura abrumadora, una extraordinaria sensibilidad hacia todo y todos los que le rodean, así como su odio por la violencia trasmitido por su padre muerto el primer día de su participación en la primera guerra mundial en mil novecientos catorce.

             No es de extrañar que su vida de adulto esté marcada por el Mediterráneo, su filosofía, su cultura, su sensibilidad, su rebeldía. Todos los elementos que conformarán su pensamiento, sus principios y la luz que se opondrá a la nubosidad, el orgullo y, quizá, arrogancia del norte.

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