VIDA Y DESTINO, Vasili Grossman
Este libro aparece como una novela de guerra, sin embargo,
su lectura no nos sumerge únicamente en la contienda, sino que nos lleva a un
universo de reflexión sobre las relaciones humanas en el frente, en la vida
civil, ante la adversidad, en la nostalgia de la infancia, de la vida familiar,
o frente a la toma de decisiones difíciles. Nos encontramos ante una meditación
sobre la religión, el bien y el mal, o el bien social.
Es una
novela escrita en la tercera persona, pero cuyos diálogos, bien construidos, se
prestan a la discusión política, familiar, personal y la exposición de
sentimientos. Existen muchos eufemismos que vamos comprendiendo progresivamente
según avanzamos en la lectura como, por ejemplo: “reclusión sin derecho a
correspondencia”, que se refiere en realidad a una sentencia a muerte. O el uso
de términos populares como “India” utilizado para los barracones de la chusma,
es decir, para los prisioneros que habían perdido toda su ropa en juegos de
cartas en los campos de trabajo soviéticos; o “natsmen”, apelativo dirigido a
las etnias minoritarias no rusas.
Los no iniciados en los nombres y patronímicos
rusos, se encontrarán ante la dificultad de reconocer a diferentes personajes que,
habitualmente, pueden ser nombrados de tres formas diferentes como Stalin, cuyo
nombre era Iósif, pero que puede aparecer como Koba o Soso; Vladimir, como Vovo
o Volodia, o también Anatoni, que aparece como Tolia.
Grossman
utiliza una prosa lúcida, aguda y precisa que pone al servicio de grandes
descripciones sobrecogedoras de lugares, situaciones o personas, por ejemplo,
la expresión de dolor de Liudmila (p. 165…176); de la retaguardia con sus
jerarquías, emplazamientos, casas ocupadas, abandonadas o antiguas, fábricas…; pero
también para recrear universos o espacios tan diversos como el frente, el
Instituto científico, o la familia y el entorno de Shtrum y Liudmila.
Vida y
destino es una novela con contenidos contundentes y conmovedores. Así, nos
encontramos con la cuestión judía durante la ocupación alemana de Ucrania
(carta de Ana Semiónova a su hijo Shtrum. p. 88), o más tarde, en la Rusia
soviética, además de la consideración de las minorías étnicas como ciudadanos
de segunda categoría. La vivienda es otro de los grandes temas, debido al
hacinamiento de familias compartiendo un único apartamento, o las dificultades
de la obtención del permiso de residencia con el que se obtendrá igualmente el
cupón de racionamiento.
Sobrecoge
el miedo y la inquietud por las indiscreciones, incluso durante las
confidencias entre amigos cercanos; la obsesión por hacer siempre lo que es
correcto por miedo a ser denunciados y represaliados; la sensación de estar permanentemente
vigilados por todo el mundo, principalmente por los vecinos (p. 151). La
detención progresiva de los miembros del Komintern, o de los que continúan siendo
y declarándose leninistas. Sorprende la atroz deshumanización de la población
general después de haber vivido la Revolución, la Guerra Civil, la
colectivización total, las hambrunas y las deportaciones (p. 157), que
contribuyen igualmente al envejecimiento de la población, por lo que, a menudo,
aparecen personajes que son viejos y viejas.
Nuestro escritor
ofrece una considerable presentación de los campos de concentración alemanes, así
como de los campos de prisioneros comunes y políticos en Siberia, donde el
trabajo se realiza en las minas de potasio, cobre, plomo, níquel y carbón,
vigilados por mastines en el exterior (p. 200…); a la crítica del Estado que se
sitúa por encima de los pueblos y de sus intereses; la crítica literaria (p.
243) poniendo el foco en Chéjov, el individualismo, el decadentismo o el
realismo socialista. La desconsideración de la intelectualidad y del
pensamiento censurables cuando no se sitúan dentro del pensamiento único del
Partido bolchevique ruso estalinista. A pesar de todo ello, esta novela goza de
la presencia constante del amor entre cónyuges, hacia los hijos o hacia la
patria. Este amor posibilita la presencia final de un colofón esperanzador.
Vasili
Grossman no sólo consigue retratar una época concreta durante el mandato de
Stalin, es decir, la victoria de Rusia sobre los alemanes en Stalingrado,
victoria que marcará el comienzo del fin de la Segunda Guerra mundial. También realiza su “mea culpa” ante sus
propios errores pasados conjurándolos a través de sus personajes. Vida y
destino es una obra imprescindible para no olvidar un tiempo histórico
conocido por todos en grandes rasgos, pero no con la precisión que nos ofrece
este autor.
Madrid 19-07-2024
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