El deber de violencia, Yambo Ouologem

 

        Después de haber leído la novela La más recóndita memoria de los hombres de Mohamed Mbougar Sarr, la fascinación y el interés me llevaron a la lectura de la novela en la que se basó. Se trata de El deber de violencia de Yambo Ouologem, quien pertenece a la generación que, después de la literatura colonial, en los años cincuenta se interesa más por la literatura comprometida dentro de las tradiciones locales, el impacto del mundo islámico y árabe, la influencia del colonialismo europeo, y del cristianismo.

            Como ya comenté en La más recóndita memoria de los hombres, la novela de Yambo Ouologem, obtuvo el prestigioso premio Renaudot y se convirtió en libro de culto para, a continuación, ser acusado de plagio, vilipendiado, retirado de las librerías y finalmente, olvidado.

            Se le acusaba de plagiar principalmente a dos grandes escritores, el primero, Graham Green en su novela Campo de batalla. Sin embargo, el escritor francés Philippe Sollers afirma que “todo texto se sitúa en la conjunción de varios textos de los que también representa la lectura, la acentuación, la condensación, el desplazamiento y la profundidad. De cierta manera, un texto vale lo que vale su acción integradora de otros textos” (1968:75) (1). El segundo escritor plagiado sería André Shwarz-Bart, en El último de los Justos, en el que, como en el libro de Ouologem, encontramos la idea de la saga familiar y la homosexualidad masculina, más como necesidad que como sentimiento real. En la primera parte de Ouologem se halla igualmente la similitud entre la leyenda de los Justos y la de los Saïfs (p. 35). Ouologem utiliza la persecución de los judíos y la violencia ejercida sobre ellos para hacer lo mismo en relación a los negros; nos encontramos ante el mismo esquema como base de un nuevo contexto, y como mantiene la escritora Julia Kristeva: “El libro remite a otros libros por los modos de conminación (…), otorga a estos libros una nueva forma de ser, elaborando así su propia significación” (1). En la segunda parte, nos enfrentamos a la lucha cotidiana de la vida, a menudo, sin ser conscientes de formar parte de un engranaje en el que lo que está en juego no depende del individuo mismo.

El inicio de Deber de violencia nos muestra el origen del imperio Nakem del que uno de sus componentes es su origen judío y cuya historia se desarrolla en paralelo a la historia de Adán y Eva y de sus hijos Caín y Abel, o con Jesús, su concepción, infancia y reconocimiento por parte de su primo el Bautista (p. 33,4), el nacimiento de Moisés, o la huida a Egipto de María y José. Ouologem hace muestra de su gran conocimiento de la Biblia puesto que alude a la historia de Abraham en la que Yahweh le obliga a dejar su país, Haran, y migrar a Canaan Pero también recurre a Isaac para explicar el origen de la tradición de la dinastía Saïf. No olvidemos a Cham, hijo de Noé que vio y rio de la desnudez de su padre ebrio, por lo que fue maldecido él y a toda su descendencia destinada a la esclavitud; de ella descenderían los negros, siempre inferiores a los judíos descendientes de los hermanos de Cham y considerados superiores. Resulta curioso igualmente conocer el origen de los negros de África según la leyenda de los Saïfs, pues al parecer, la reina de Saba visitó al rey Salomón y después de un año, regresó a su propio reino, pero para entonces ya estaba encinta: “El Señor -santo sea su nombre- nos acordó la gracia de hacer aparecer en el origen del imperio Nakem, el esplendor de un único ancestro nuestro, el Judío negro Abraham El Héit, mestizo nacido de un padre negro y de una madre Judía de Oriente- de Kénana (Chanaan)- descendiente de los Judíos de Cirenaica y del Youat, que una migración secundaria a través del Aïr habría llevado a Nakem, según el itinerario de Cornelius Balbus”(p. 14) (1) Éstas no son las únicas muestras de préstamos hechos a otros textos, pues resulta imposible eludir las alusiones, por ejemplo, de La leyenda de san Julián el hospitalario, de Flaubert, o de El Puerto, de Maupassant. Ouologuem era un escritor extremadamente erudito y sus plagios así lo demuestran. Aun así, su redacción es la de una historia fluida, fascinante y accesible a cualquier lector. No importa de dónde se hayan obtenido las ideas, lo importante es que es una historia, una leyenda seductora para cualquier mente curiosa.

La historia del imperio Nakem se desarrolla dentro de la extrema violencia animista, la colonización, primero árabe y musulmana, y a continuación, la europea. La violencia no cesa nunca y a ella se añade la trata de esclavos por parte de los musulmanes, los propios africanos y los europeos. Todo esto acompañado por numerosas conspiraciones paralelas de europeos y africanos, cuya intención no es otra que la de convencerse mutuamente de que colaboran, civilizan y se dejan civilizar. El tirano Nakem Saïf adopta rápidamente la educación europea para los hijos de los esclavos y de los sirvientes; su objetivo  es el de manipularlos fácilmente y utilizarlos contra los blancos y poder convencerlos fácilmente de que aceptan su colaboración, así como ser colonizados y civilizados.

El deber de violencia es una novela importante que no habla solo de ficción sino también de la actualidad. Es una novela contemporánea que no deja indiferente; quizá ésta sea la razón por la que ha sido reeditada cincuenta años después de haber desaparecido de todas las librerías a pesar de, o quizás porque su autor regresó a Mali con el deseo de no mantener ninguna relación con el mundo occidental. Según el investigador Josias Semujanga (1999:114): “Rechazando todo compromiso, esta obra se erige como protesta contra la mitología de la negritud (que) constituye el fundamento temático y estético de la novela en boga en aquella época” (1).

En definitiva, y plagiando yo misma a Mohamed Mbougar-Sarre en La recóndita memoria de los hombres:Poco antes de su suicidio, Lamiel publicó en L’Humanité su último artículo consagrado al Laberinto de lo inhumano. Consternado, lamenta que no se haya comprendido que Elimane, más que plagiar las referencias, jugaba con ellas; las nuevas redacciones eran demasiado evidentes como para no ser voluntarias (por otra parte, intencionadamente encontramos una frase ambigua: Habría que estar ciego para no verlas)” Ouologuem las utilizó para escribir una nueva novela en un contexto nuevo. Y no como simple copia de lo que ya había sido escrito en situaciones y contextos diferentes.

 

Madrid 5-09.2023

 

Todos los párrafos marcados por (1) son traducciones personales

REFERENCIA: Le Devoir de violence de Yambo Ouologem, Une lectura intertextuella,de Antoine Marie Zacharie Habumukiza ( Éditions universitaires Européennes. 2010.





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