Los Pazos de Ulloa. Emilia Pardo Bazán

 



Emilia Pardo Bazán.

Una de nuestras grandes novelistas.

Se ha escrito tanto de ella, y su trascendencia ha adquirido tal grandeza, que parece imposible añadir nada más sobre ella o sobre su obra.

Desde que se dio a conocer como escritora en 1875, su actividad intelectual fue imparable. Siendo amante de los viajes y del descubrimiento de nuevas sociedades, costumbres y tendencias, sus conocimientos de inglés, francés y alemán le facilitaron el contacto con importantes escritores en diversos países.

Fue durante estos viajes cuando conoció el movimiento literario llamado naturalismo, aplicado por Émile Zola en Francia. Este escritor se separó del romanticismo para adoptar los conocimientos de las ciencias que se desarrollaban durante el siglo XIX en Europa. Su expresión literaria progresó al amparo de “La evolución de las especies” de Darwin, de la biología, la fisiología, la separación de la filosofía y la psicología, y del positivismo. Zola deseaba expresar la realidad de las cosas y, influido por la pintura impresionista, afirmar el realismo científico. En cierta ocasión, escribió que los caracteres de los personajes venían determinados por los órganos genitales, por lo que, en su progreso literario, sustituyó el concepto de la fatalidad de las tragedias griegas por el de la herencia.

Si hablamos de naturalismo en España, es inevitable hablar de Emilia Pardo Bazán, a pesar de que Zola dudaba de que fuera naturalista, debido a su creencia católica; este hecho, según él, resultaba incompatible con el naturalismo. Los Pazos de Ulloa son un buen ejemplo de naturalismo a lo Pardo Bazán. En este libro nos muestra la diferencia entre el campo y la ciudad, el comportamiento de nobles, administradores, caciques y servidores. No falta la Iglesia en dos vertientes diferentes, una, complaciente con los señores, compartiendo sus actividades, beneficiándose de sus servicios, alegres y campechanos; otra, tradicional, severa, estricta y celosa del cumplimiento de los preceptos religiosos.

De lo que no cabe ninguna duda es que esta escritora era una gran conocedora de la sociedad española y principalmente de la gallega. En este libro habla de ella, y la describe sin olvidar prácticamente ninguna cuestión. Sus descripciones de personajes, costumbres y paisajes son hermanas de las famosas descripciones de Zola. A través de ellas vemos con toda claridad las aldeas, los montes y ríos gallegos. Las tristes casuchas que los aldeanos desvelan para el lector en su mísera construcción compartida con las bestias. Pero también se exponen los pazos de Ulloa y, especialmente, la huronera donde vive el marqués. Las reglas de convivencia son implícitas, nadie las ha expresado claramente, pero todos las conocen y las respetan. amo, apoderado y administrador, sirvientes y colonos. Razón por la que Primitivo, el administrador de D. Pedro, administra los bienes del marqués, toma lo que le conviene, concede préstamos al amo y le convierte al mismo tiempo en su deudor. Tras el matrimonio de D. Pedro las reglas cambian y de nuevo, todos las respetan sin protestar. El tercer cambio de reglas llega con la muerte de Nucha, la mujer de D. Pedro.

Don Pedro Moscoso, Marqués de Ulloa, es un representante evidente de la nobleza rural. Su dedicación habitual a la caza y su vida al aire libre le dan un aspecto fuerte y sano, pero cuyas carencias intelectuales y humanas hacen de él un perfecto patán. El origen de su falta de refinamiento y cultura se encuentra en la educación recibida de su tío Gabriel; éste le dejó crecer a la buena de Dios enseñándole el desprecio a la humanidad y el abuso de la fuerza, como en los tiempos del feudalismo; mientras, D. Gabriel como apoderado, se dedica a enriquecerse, al mismo tiempo que empobrece a su hermana viuda y a su sobrino. Doña Micaela, madre de Don Pedro, consigue salvar y guardar diversas cantidades de dinero que desapareen y dejan a su hijo con escasos recursos económicos.

            Don Manuel de la Lage es el contrapunto de D. Pedro. Noble refinado, cortés y de buenas maneras afincado en Santiago. Intentó convencer a su sobrino de que, una vez convertido en su yerno, también fijase su residencia en Santiago, reconstruyera los pazos y los frecuentara únicamente en los meses de verano. No lo consiguió pues D. pedro, habituado al campo y a la vida sin reglas sociales, sólo aspiraba a tener un heredero y a regresar a su medio rural natural.

            El segundo contrapunto de D. Pedro lo constituye D, Gabriel, hijo de D. Manuel. Éste fue criado por la menor de sus hermanas, puesto que su madre había fallecido. Llegada la edad escolar, se separó de la familia y a continuación, se consagró a la carrera militar; se formó en la academia de Segovia, luchó contra los carlistas y realizó varios viajes al extranjero. Aficionado a la lectura militar y filosófica, en cada país adquiría conocimientos e idiosincrasias diferentes que le hacían añorar a España. Pero de regreso, se encontró con un país atrasado y provinciano, aunque se readaptó perfectamente. Sus conocimientos le provocaron incomprensiones con compañeros y conocidos menos letrados, que le consideraban loco por tener ideas extrañas comparadas con las de los demás. Liberal no demasiado convencido de sus principios e ideas, tan pronto reconsidera las ideas liberales como las conservadoras. Es un buen representante de un país en el que el siglo XIX osciló entre el la consideración del ejército, el liberalismo, el absolutismo, el tradicionalismo y de nuevo el liberalismo.

            No falta la situación de la mujer, cuestión muy sensible para Pardo Bazán que, prácticamente dedicó su vida, a denunciar la situación de las mujeres. Aquí nos muestra la falta de consideración en la que vivían. Vemos a Sabel, hija de Primitivo, convertida en manceba de D. Pedro y obligada a ello por su propio padre. De esta unión nació un niño llamado Perucho, al que tratan con brutalidad; no tiene nada más que cinco años, vive asilvestrado, vestido con andrajos, mugriento y al que no dudan en emborrachar si eso les causa placer.

            Sabel es la cocinera y cuando D. Pedro está ausente, prepara comida para muchos sirvientes que viven en la necesidad. Le gustaría casarse con un mozo gaitero, pero no se lo permiten porque a su padre no le conviene y D. Pedo la considera de su propiedad; no tolera los engaños que reprime con brutalidad.

Nucha es escogida por D. Pedro porque pertenece a su misma clase social y espera tener un heredero varón con ella, ya que en su familia siempre nacieron varones. Sin embargo, la naturaleza altera los deseos del marqués y Nucha da a luz a una niña. A partir de ese momento, D. Pedro se desentiende de su mujer y a su hija; tampoco le permite regresar a casa de su padre porque es su mujer y le pertenece. Las nuevas reglas provocan que Perucho se convierta en el heredero oficioso del marqués, le viste con esmero, le cuida y le envía a estudiar a Santiago. Mientras tanto, su hija Manola crece al cuidado de su madre hasta que ésta fallece, a partir de entonces, será Perucho el que se ocupe de ella y su unión crecerá durante los veranos en los que está de vacaciones en los pazos. En invierno, al igual que su padre, se cría y vive a la buena de Dios.

Al regreso del señor después de su matrimonio, Sabela está casada con el gaitero, llamado Gallo, y es él el que ocupa el lugar de Primitivo, muerto a traición. Gallo no permite que las pobres que iban a comer allí continúen haciéndolo, pues tiene pretensiones de hombre refinado por encima de los sirvientes, a pesar de que la mala alimentación y la escasez de recursos, les provoca enfermedades como, por ejemplo, el bocio. Las aldeanas, guapas y finas en la juventud y durante la soltería, se deforman completamente y envejecen prematuramente debido a la maternidad y los duros trabajos que deben realizar en casa, en el campo y con el ganado.

Estando en Galicia, no podríamos olvidar el caciquismo, presente constantemente en las relaciones de amistades y clientelismo, y evidente durante las elecciones. En este caso existen dos caciques, uno liberal (Trampeta) y otro carlista y tradicionalista (Barbacana). La organización de las elecciones evoluciona mediante un tramado de alianzas, compra de votos y traiciones que incluso se reprimen con la muerte, como le sucede a Primitivo.

El último punto se refiere a las relaciones incestuosas. La primera, no demasiado llamativa, es el matrimonio de D. Pedro con su prima hermana Nucha. El segundo es el que pretende llevar a cabo D. Gabriel con Manuela, su sobrina, bajo pretexto de protegerla, darle educación y refinamiento y procurarle el cariño y bienestar del que carece en casa de su padre. El último y más llamativo es la relación que mantienen Perucho y Manuela creyendo que Perucho es hijo de Sabel y del Gallo; esto es un secreto a voces puesto que todos saben que no es así, pero nadie les saca de su engaño hasta que las intenciones de D. Gabriel provocan un drama, que terminará con la entrada voluntaria de Manuela en un convento y la partida de Perucho a Madrid donde le protegerá D. Gabriel.

Emilia Pardo Bazán, era aristócrata, vivió en un pazo y en la ciudad. Ciertamente conocía muy bien la vida en el campo, la de los nobles, los administradores, los campesinos y colonos. Debió conocer y diferenciar tanto la nobleza urbana como la rural. Su interés por su época la llevó a observar, explicar, escribir y denunciar aquello que consideraba nocivo para los españoles y para España. Una mujer adelantada a su tiempo, que combatía la discriminación de las mujeres y el atraso de España en sus costumbres, su constitución social y  política. Ciertamente no fue la única que lo hizo puesto que formaba parte de una generación que, como ella, diseccionaba la sociedad y nos la mostraba a través de sus libros sin que sus creencias religiosas, filosóficas o políticas le impidieran aplicar las nuevas corrientes y técnicas literarias, ya fueran naturalistas, realistas, o costumbristas.


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