LOS GIRASOLES CIEGOS



Los girasoles ciegos, forman un libro de relatos cuyo desarrollo se sitúa en los últimos momentos de la Guerra Civil y la posguerra española. Son cuatro relatos que constituyen un todo cuyo nexo de unión es muy sagaz y elegante. Alberto Méndez hace gala de un estilo sobrio y clásico en el que no sobra ni falta absolutamente ninguna calificación ni explicación adicional, en cuanto al contenido se refiere.
Estos cuatro relatos, en su conjunto, poseen una estructura contundente en la que los dos primeros sirven de exposición de hechos supuestamente conocidos por los lectores, pero que sorprenden por la absoluta moderación, e incluso hermetismo de la transmisión; esto no impide que nos deleite con sentencias desconcertantes e incluso pasmosas. El tercer relato amplía la primera historia sirviéndose de nuevos protagonistas dentro de un universo nuevo. Y finalmente, el último relato aporta el escenario general de la España victoriosa en la que vivían también los vencidos.
El primer relato, la primera derrota, es la historia del capitán Alegría perteneciente al ejército sublevado que decide rendirse al ejército republicano y, en el calabozo de a Capitanía General donde está encerrado, le encuentra el ejército sublevado, ya vencedor. Después es trasladado y agrupado con los oficiales vencidos en Barajas, donde tras un juicio sumarísimo será condenado a muerte. Ninguno de los dos ejércitos es capaz de comprender la rendición del capitán Alegría, hasta que durante su juicio explica que lo hizo porque el ejército nacional no pretendía ganar la guerra al Frente popular, sino matarlos. Este razonamiento resulta impactante si pensamos que, con efectos retroactivos, se estudió y descubrió que, efectivamente, el propósito de los sublevados era el exterminio de la semilla roja en España, lo cual debió representar un importante problema moral a nivel personal y militar para nuestro capitán.
En la segunda historia, la segunda derrota, asistimos a un descubrimiento impactante e, inmediatamente después se nos proporciona la aclaración de los hechos. Y de nuevo nos encontramos ante una clarividencia devastadora por su perspicacia y similitud con el país, con la España en que se produjeron los hechos. Estamos ante una España joven y débil, incapaz de sobrevivir a su alumbramiento difícil y adverso de un niño frágil que, a pesar de sus esfuerzos por sobrevivir, no puede nada más que rendirse a la evidencia y fallecer en los brazos de un padre republicano, sensible y humanista, igualmente incapaz de vencer a los elementos que los rodean.
En el tercer relato, la tercera derrota, volvemos a encontrar al capitán Alegría y sus condiciones de encarcelamiento, así como las circunstancias en las que se produce su muerte. Conocemos a los detenidos que comparten su celda, y sus propias circunstancias. En esta cárcel seguimos a Juan Seara, quien en un intento dpor salvar su vida, proporciona al coronel Eymar y a su esposa todas las invenciones necesarias para que se convenzan de que su hijo murió por ser un hombre honesto, digno de sus padres y de la España vencedora, cuando en realidad no había sido sino un hombre deleznable, traficante sin escrúpulos y gran comerciante dentro del submundo del estraperlo, lo cual no deja de representar un gran paralelo entre los sublevados que, uncidos por la idea de la Cruzada, la grandeza, la dignidad y la verdad, no dudaron en cometer todo tipo de atropello hasta conseguir la victoria y la imposición de una existencia paranoica entre la realidad existente y la invención.
Finalmente, el cuarto relato, la cuarta derrota, está redactado dentro de una estructura original a tres voces: el diácono, el narrador y Lorenzo.
El diácono vive el nacimiento, desarrollo y desenlace de su pasión por la madre de uno de sus alumnos. Emprende y perpetúa un acecho a medida que aumenta su pasión y, sufre por saberse hijo predilecto del Señor con capacidad de elección, pero caído al nivel de hijo del pecado original. Laura le seduce involuntariamente por su belleza y su aspecto de Eva caída, desnuda y arrepentida, la primera seductora del mal (p. 119). Se acostumbra a acompañar a Lorenzo hasta su casa y a hacerse el encontradizo con Laura; así supo de su situación familiar y empujó su obsesión hasta provocar la tragedia que le hizo escribir una carta de acusación por su actitud y por haber causado lo ocurrido, aunque, prácticamente, se declara vencedor del comunismo.
El narrador nos introduce en el relato objetivo de la vida cotidiana de Lorenzo, un niño de diez años que vive entre la calle Ayala y la calle de Alcalá. Lorenzo no quiere ir a la escuela porque, dice, el hermano Salvador le tiene manía. Es el narrador el que nos aclara que la familia está compuesta de los padres –Ricardo y Laura- y Lorenzo; el padre es un profesor clandestino que vive en un armario. También nos cuenta que la hija mayor, embarazada de ocho meses huyó con su novio poeta; los dos eran adolescentes y es aquí donde regresamos a los dramáticos acontecimientos del segundo relato, el de la segunda derrota. Poco a poco, la familia prepara su huida que será interrumpida por la llegada del hermano Salvador y los acontecimientos que provocó.
Finalmente, Lorenzo nos cuenta sus recuerdos, sus impresiones de los sucesos y de todo lo que rodeaba su vida: el disimulo paralelo a la existencia real. Vivía en la calle Alcalá, 177, piso tercero, letra C; un piso humilde que daba a la calle Ayala y, asistía al colegio de la Sagrada Familia entre la calle Narváez y O´Donnel. Su principal recuerdo es que su padre vivía escondido en un armario y, el alboroto que armaba el ruido del ascensor sobre todo si se paraba en el tercer piso. La España callada y vencida, pero no exterminada, dominada por Franco, José Antonio, la Falange, el Movimiento y la negación de la España superviviente: En el colegio. Franco, José Antonio Primo de Rivera, la Falange, el Movimiento eran cosas que habían caído del cielo para poner orden al caos, para devolver a los hombres la gloria y la cordura. No había víctimas, eran héroes, no había muertos, eran caídos por Dios y por España y, no había guerra porque la Victoria, al escribirse con mayúscula, era algo más parecido a la fuerza de la gravedad que a la resolución de un conflicto entre los hombres. (p.130). Lorenzo habla de su despertar erótico, de la nueva idea imperante de la diferencia entre hombres y mujeres: El hombre reflexiona con la cabeza para que el pensamiento descienda al corazón donde encuentra su vigor, mientras que la mujer discurre con el corazón para que su instinto recobre la luz de la razón… (p. 127) y, de sus idas y venidas del colegio siempre sólo, e incluso del seguimiento del que es objeto por parte del hermano Salvador.
Como conclusión diría que estos cuatro relatos nos ofrecen una visión general de la España en la que vivieron los españoles hasta que en los años mil novecientos setenta murió el caudillo.

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