NADA
NADA
En 1945, el primer premio Nadal fue discernido a Carmen
Laforet por su novela NADA en la que, con estilo impecable y un idioma perfecto, nos habla de una España desgarrada por la guerra civil, inmersa en las secuelas
resultantes.
Nos encontramos con una España madre patria, que pretende
amar , comprender, y acoger a todos sus hijos y parientes cercanos como hace la
abuela. En ella hay cabida para todos aunque ella misma pase de puntillas sin
mencionar la enorme catástrofe que los ha marcado a todos.
En esta nueva España no hay lugar para la España
decimonónica que, con la pérdida de sus últimas colonias en América, perdió su
aureola de imperio en el que nunca se ponía el sol. Así también Angustias se
decide a encerrarse en el convento del que ya no saldrá nunca más y donde
morirá, mientras que sus amigas vestidas de negro y casadas, representan al
nuevo sentido femenino, el de la Sección Femenina; una feminidad cuyo fin no es
otro que el de la obediencia, la familia, el aburrimiento y la frustración
escondidos bajo sus interminables cotilleos dedicados a desvelar las verdades
existentes o inventadas de conocidos y desconocidos, tal como aún hoy se hace
en los “realities shows” de algunas cadenas televisivas.
La España de 1945 fue amputada una parte de la población que había combatido en los frentes,
de sus ideas y de su cultura dentro de la vanguardia europea; esta población
terminó perdiendo la guerra, de la misma manera que la casa de la familia se vio
reducida a una sola mitad en la que se amontonaron los muebles sin orden ni
concierto dentro de un ambiente de oscuridad, frialdad y aspecto de viejo.
Estos mismos muebles del pasado proveerán las necesidades inmediatas y
resolverán en parte el problema principal del acuciante hambre cotidiano.
El nuevo estado implantó un nivel de dominio y dirección
tal que todo el país comenzó a asemejarse a un teatro de marionetas en el que
sólo una persona manejaba los hilos. Así hace Román con su familia. Él, que
antes de la guerra gozaba de una relación perfecta con su hermano Juan, después
de ella se convirtió en hermano enemigo. Esta nueva relación imposibilitará a
Juan para reaccionar contra Román e incluso a veces, parece no haber
comprendido que su hermano es el que dirige cada una de sus propias acciones.
Además de miseria, otra consecuencia de la guerra es el
estatus de las mujeres. Gloria, la mujer de Juan, no se resigna a perder su
importancia dentro de la familia por el simple hecho de estar casada con Juan,
pero tampoco acepta el trato dominante, vejatorio e incluso brutal de su
marido. Entre ellos se establece una relación sado-masoquista de dominio,
sufrimiento, servilismo y esquizofrenia que parece ser la única solución a la
supervivencia en una sociedad antinatural, artificial e impuesta por la fuerza.
Junto a ellos crece un nuevo español; su hijo no tiene ninguna relación con el
exterior y crece asustadizo y débil observando su alrededor con grandes ojos de
espanto y de sorpresa.
Paralelamente a este ambiente familiar, está la nieta y
sobrina que durante la guerra permaneció enclaustrada en provincias, pero que
consigue ser acogida por su familia de Barcelona. Andrea pretende estudiar una
carrera y como no podía ser de otra manera, estudia en el sector humanista, lejos
de las ciencias y tecnología vedados a las mujeres. A pesar de sus ansias de
libertad e independencia y de los esfuerzos que hace para conseguirlas, se ve
confrontada constantemente a un sinfín de dificultades, y sobre todo al hecho
de que en esta nueva España, las mujeres no gozan de la posibilidad familiar,
social y jurídica necesaria para ser realmente independientes.
Andrea desea liberarse de la sofocante vida familiar y su
única posibilidad es la de relacionarse con la burguesía floreciente a través
de su amiga y su familia de comerciantes catalanes llamados a desempeñar un
papel en Madrid. También ella parece estar llamada a cumplir un papel, el de
abandonar el moho de la antigüedad adaptándose a los nuevos tiempos; es su
oportunidad de encontrar su propio espacio lejos de los desplantes de clase que
experimentó entre sus amigos artistas ricos y con títulos nobiliarios. Madrid y
su amiga le ofrecen la oportunidad de alejarse de la nada existencial que
parece envolver tanto a los deheredados como a los acomodados, nobles, desencantados y advenedizos, dentro
de este nuevo mundo que no sabe muy bien hacia dónde se dirige.
Madrid es la esperanza de que su vida cambie, de encontrar su propio camino dentro de esta España que parece haber llegado para quedarse. La joven inicia el viaje ilusionada, pero con la ingógnita de que lo que encontrará en la capital podría regalarle la independencia ansiada, pero también podría aprionarla en una sociedad en que no parece haber espacio para las mujeres, ni espacio personal, individual, ni público.
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