El adiós de los estudiantes
Hay una canción que dice: “Cuando un amigo se va, algo se
muere en el alma”. Yo añadiría: Cuando un alumno se va, el alma se rompe en
pedazos.”.
Un alumno es tu hijo. Lo ves crecer; lo educas, y observas
la manera en la que tus enseñanzas le introducen en el mundo. De la misma forma
que en la espléndida película "Educating Rita”, ves cómo tu alumno evoluciona,
cómo adquiere armas para enfrentarse a los elementos. Tu alumn@/hij@ se
independiza justo cuanto a ti te gustaría que dependiese de ti. En ese momento,
se inicia una lucha egoísta en tu interior. Te complacería poder retenerlo,
pero sabes que es empresa imposible. Tu alumno continúa su vida sin ti. Si tienes
suerte, te llamará la próxima vez que se tropiece en tu camino, y tú, tod@
condescendiente, le darás mil gracias por haberte recordado.
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Desayuno con Vincent en su paso por Madrid (2014) |
El tiempo te ayuda a establecer una distancia entre tu
nostalgia y la realidad. Te convencerás de que tienes muchos hijos en el mundo;
muchos herederos del capital que les has transmitido: el habla. Y aunque no vuelvas
a verlos, o pierdas el contacto con
ellos, sabes que en algún momento saldrás a la luz dentro de sus recuerdos.
Nunca te olvidarán completamente, aunque no permanezcas activo@ en su memoria
cotidiana.
Mantienes el contacto con determinados pupilos, ya sea
por correo, a través de las redes sociales, o en persona cuado nunca se
fueron a otro lugar. Es con ellos con los que se mantiene encendida la llama de
la satisfacción, y de la alegría de haber realizado tu trabajo
satisfactoriamente. De cierta forma, te proyectas en ellos; igual que el linaje
que se transmite de padres a hijos. Y piensas que no fue inútil el haber
compartido parte de sus vidas durante meses y a veces, durante años.
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Con Glennfor en Madrid (2014) |
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Ángela en Madrid (¿2010?) |
Asistes al
desarrollo de sus vidas; incluso participas desde lejos a la preparación de
algunos detalles de las bodas; te congratulas del nacimiento de los hijos, y te
sorprendes de su rápido crecimiento; los
animas frente a las vicisitudes de sus trabajos, y les aconsejas cuando te
consultan.
No son ellos los únicos que aprenden de ti, sino que
también ellos te transmiten conocimientos. Casi no necesitarás viajar, puesto
que explicarán con pelos y señales todo lo referente a sus países, por lejanos
que sean.
Wouter en Madrid (¿2010?) |
Tú también te familiarizas con culturas diferentes, mentalidades
diferentes y estilos de vida diferentes. Te familiarizas con la diversidad. Con
uno aprendes la técnica de la pesca del tiburón con caña; con otro, la fuerza
de la medicina tradicional; La intensidad de las fiestas en países marcados por
las guerras; la lógica mentalidad de países, cuyos habitantes sólo se adaptan con
dificultad a la mentalidad de países sin la igual lógica y ortodoxia; la
absoluta improvisación en países cuyo razonamiento parece ser limitado; la
importancia y el simbolismo de los deportes: el fútbol, el béisbol, el criquet,
el rugby. Necesitaría muchas páginas
para enumerar cada una de las cosas aprendidas. Sabes que todos somos
diferentes, y sin embargo, iguales en lo esencial; en las características
principales de los seres humanos, en la cordialidad, la proximidad, la
familiaridad. La humanidad amplía sus miras con el conocimiento de los demás.
Para mí, que soy una obsesa de las costumbres culinarias,
me introduzco en las culturas mediante ellas; con un@ aprendo la diferencia
entre un pastel de queso cocido, o crudo; otro te enseña las maravillas del
sésamo (el ajonjolí celebrado por García Lorca); las hojas de parra maceradas;
la saludable ventaja de las diversas
leches fermentadas; el exotismo del coco como condimento; el curry y sus
fabulosos sabores.
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Jean Paul y Éloïse en Madrid (2014) |
Incluso aprendes a pronunciar palabras tan extrañas como
“Ratatouille”; y mejor aún, la aprendes a saborear. Nuevos productos; nuevas
combinaciones que practicar. España se convierte en un pequeño territorio
dentro de la inmensidad mundial. Cada continente se identifica por los rostros
de los alumnos que he frecuentado en las aulas: América, África, Asia,
Australia, Europa, Oceanía. Cuando pienso en ellos, reaparecen sus rostros, sus
expresiones, sus risas, sus esperanzas.
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Despedida de Nico en Madrid (2015) |
Todos ellos contribuyen a la actualización de mi concepto
y visión del mundo; entre todos rectifican mi idea del lugar que ocupo en él.
Con unos llega la superficialidad de las normas; otros se adentran en las
profundidades de las estructuras. Unos ocultan la sordidez, las miserias de su
entorno; otros destacan la opulencia, la esplendidez de los suyos. No faltan
los que acomodan su carácter, dentro de
la incomodidad de la abundancia en la que viven, rodeados de un marasmo de
carencias ajenas. Por el contrario, otros acomodan sus vidas, guiados por la
certeza de que si ellos pudieron triunfar, también sería posible para todos los
demás.
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Ahmet y yo en Madrid en 2914 |
Sin embargo, dentro de clase, en el espacio de sesenta o
noventa minutos, el directivo abandona la dirección; el pretendiente a
directivo, su pretensión; el abogado, su legislación; el informático su
ordenador; el administrativo su administración; la secretaria su planificación;
el técnico su ocupación; el camarero su servicio. Cada uno de ellos se
convierte en un niño desvalido; un aspirante a docto erudito en una nueva ilustración.
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Mélanie y Amir al final de una clase en Madrid (2014) |
Cuando un alumno se va, hacemos una despedida para
celebrar nuestra confraternidad. Tomamos un par de copas, nos abrazamos
deseándonos un grato futuro, y nos separamos mirándonos con gratitud. Es el
momento en que aparece la melancolía; la melancolía que solo se mitigará con la
llegada de un nuevo alumno, un nuevo ciclo, y un nuevo hijo al que educar.
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